A los 15 años pude vivir mis primeras experiencias en un ámbito que me acompañaría durante mucho tiempo y que finalmente se convirtió en mi corazón profesional: la gastronomía y más tarde el turismo. Todavía recuerdo nuestro primer pedido cuando debíamos entregar 1000 canapés en un evento de empresa a las 12 del mediodía. Desde el principio, mis padres se preocuparon mucho por que sus productos fueran de absoluta calidad, por lo que era lógico que tuviéramos que preparar los canapés lo más frescos posible. Eso significaba levantarse a las 2 de la madrugada y utilizar una bandeja para hornear para cortar canapés redondos de innumerables rebanadas de pan blanco. Era, por así decirlo, mi primer trabajo en el sector de la restauración y, simplemente por el tiempo, me pareció genial, pero después de tres horas de cocina ya no lo creía así. 😂
A través de recomendaciones y contactos llegamos a pedidos interesantes, por ejemplo, la licencia única para el champán y la carpa de champán en las competiciones ecuestres en Herrenkrug. Por supuesto, el pedido fue aceptado aunque no teníamos nada. Mi padre se sentó, construyó una tienda de campaña con europalets, hizo cortar una resistente tela de PVC y la construyó durante días con tubos cromados de la ferretería. Poco a poco se fue creando la carpa que utilizamos durante casi 25 años. Tenía capacidad para 30 personas y con nuestra licencia para servir vino espumoso y champán teníamos una fuente constante de ingresos.
Estuve allí con la mayor frecuencia posible: preparándolo, sirviendo el champán y, sobre todo, experimentando lo divertido que me divertí creando algo. Nunca se trató sólo de trabajar o ganar dinero. Quería crear algo que fuera duradero y eso es exactamente lo que pude experimentar con mis padres.
Esta vez fue una fase importante para mí en la que aprendí lo crucial que es tener una visión y al mismo tiempo ser pragmático. Mi padre fue un modelo a seguir para resolver problemas de manera creativa y construir algo que durara con recursos limitados. Fue inspirador ver cómo algo valioso podía surgir de una idea y de un trabajo duro.
Estas primeras experiencias profesionales no sólo me permitieron conocer el sector de la restauración y los eventos, sino también la importancia del trabajo en equipo y la orientación al cliente. No era sólo el trabajo lo que me fascinaba, sino también la sensación de ser parte de algo más grande. Saber que lo que creamos alegraba a la gente fue una motivación clave para mí para luego desarrollar mi carrera en esta dirección.
Lo que hizo que este tiempo fuera especial para mí fue la conciencia de que no siempre se trata de perfección, sino de compromiso y dedicación. No teníamos los mejores materiales ni el equipamiento más moderno, pero teníamos el deseo de crear algo especial. Esta lección permanece conmigo hasta el día de hoy y ha tenido un impacto duradero en mi actitud hacia los proyectos y desafíos.